Cuando en alguna conversación entre criadores surge la cuestión de si criar es un arte o una ciencia, la tendencia más habitual es considerarlo más un arte que una ciencia y resulta muy habitual escuchar que hay criadores que nacen con ese don.
En ese sentido, si nos retrotraemos al inicio de la cinofilía moderna, el desarrollo de las principales razas caninas se hizo sin tener disponibles los conocimientos de genética que la ciencia ha ido desentrañando con el paso del tiempo. De esta forma, aunque las famosas leyes de Mendel fueron enunciadas en 1865, su trabajo permaneció olvidado durante más de 30 años, y no fue hasta 1909, cuando el biólogo danés Wilhem Ludwig Johannsen propuso el uso de la palabra gen para denominar a la unidad física y funcional de la herencia biológica. Todavía pasaron muchos años más, hasta mediados del siglo XX cuando se impuso el concepto de que los genes son la unidad mínima fundamental que codifica una proteína, si bien con el paso del tiempo se ha visto que hay genes que codifican varias proteínas, por lo que en tiempos más recientes se ha redefinido el concepto de gen como la unidad mínima de función genética, que puede heredarse.
La raza acual Gascón Saintongeois procede de una antigua raza, desgraciadamente hoy desaparecida que recibía el nombre de Sabueso de Saintonge o Perro de Saintonge. Se trataba de una raza de muy antiguo linaje, entroncada con los perros usados en las jaurías de los Reyes de Francia, pero que con el paso del tiempo el número de ejemplares fue descendiendo.
Este descenso del uso del Sabueso de Saintonge se produjo de forma paralela a la desaparición del lobo en territorio francés, al igual que sucedió con otras razas dedicadas a la caza del lobo, puesto que el Sabueso de Saintonge era una raza especialmente dotada para la caza de esta especie.
En ese sentido, el Vizconde E. de Besgeya, ya por el año 1885 vinculaba la desaparición del Sabueso de Saintonge con la extinción del lobo en territorio francés.